Se me ha quedado la piel
entre las sábanas,
enredada en sus pliegues,
diluida en sus aromas.
El sol golpea la ventana pidiendo entrar.
¿Y si al llegar la luz se desvanece el sueño?
Y yo, me aferro a la luna hasta sofocarme.
No desando el camino,
la orden del corazón no pasa de largo.
Danzo con tu canto
y tus colores.
¡ Ave del paraíso!