
Me declaro un souvenir de mis propias guerras, para saber que vivo.
Me he detenido ante el cristal de mis poemas frágiles, he mirado la imagen en el cristal, y el reflejo me ha mostrado mis límites.
Y se hace urgencia buscar mis puertos de siempre, no por ser aguas tranquilas, sino por ser parte de este mar que es mi propia memoria. Tengo a mi diestra libros de poemas, los de cada día, los que me hablan entre mis azules, los que me acompañan la caminata de pies descalzos y le ponen alas.
Y me he puesto a leer a Palomares, y, me he puesto a volar con el Sol para beberme la leche del cielo, y he buscado el Noche para bañarme con luz de estrellas, y con sus gallinas azules y mimetizarme en la luna de Chagall. Y me he metido en las cajas de Abreu colgándome como sábana ondeante a sus pinzas para no dejarme caer.
Me declaro un souvenir de mis propias guerras, para saber que vivo, me hace sentir ligera la tierra bajo mis pasos, y poco a poco remonto el vuelo, confiada entre terrenos que me son propios, he buscado a Luz Machado para sentirme parte de “La casa por dentro”, y mi rayado libro de Rafael Alberti para sentirme abrigada en sus versos sueltos de cada día.
Viajes alados, mariposa o no, siempre el azul para aliviarme la vida para sentirme parte de la locura de creer que estoy cuerda y saber que estoy viva.
Pero, no he roto los pétalos de mi flor de versos frágiles que me miran en su transparencia, quedarán allí, hasta que descubra que me hicieron buscarlas. Un día, no se cuando, un día, encontraré las alas que me lleven a su centro.
Mientras, mantendré vivas con mis poemas mis flores frágiles, sin detener mis pasos hasta encontrar mis alas.