Engullida por un pájaro de acero
como Jonás habito en su vientre,
desde su ojo miro la tierra prometida.
Nube que va con el viento,
no me preguntes por el huracán y la marea,
desde aquí, no avizoro el oleaje.
Bajo estos pies alados,
miro tu seno abierto
de madre tierra.
Esperaré
que el ave de acero
se pose en tu vientre,
y estaré de nuevo
anclada en tu tierra.